Las primeras citas nos generan un mundo de emociones, algunas que quizá no conocíamos o habíamos experimentado.
Posiblemente si haberlas leído porque miles de expertos tienen la libertad de escribir acerca de ellas en cuanto a sus conocimientos y/o experimentos realizados, ¿pero estamos de acuerdo que no es lo mismo investigarlas que sentirlas?.
Nos surgen esos cuestionamientos internos, que nos pueden dejar la mente en blanco con algo tan sencillo como que nos pondremos, que comeremos, donde nos veremos, que ropa usaremos, pero lo único deseamos y estamos seguros es de buscar lo necesario para que la primera cita sea perfecta.
¿Perfecta para quién? Para mí, para la otra persona, para las personas a quienes le contaremos esa historia de la primera cita.
Y posiblemente sea tanto la inseguridad que nos aborda que podemos llegar a pensar que no es necesario otra cita, porque algunas personas de nuestro propio circulo social; hacen comentarios como que no fue el lugar adecuado para tener la cita porque puede ser malinterpretado.
Pero hacer un plan diferente donde salga de lo habitual ya seria muy atrevido y puede que esa persona por quererla impresionar, la asustaste por ser tan intrépido(a).
Otro punto muy importante la conversación, ahí es donde los nervios pueden traicionarnos, no podamos mantener conversaciones sobre temas relativamente importantes para conocer mejor a la otra persona.
O solo hablamos de nosotros mismos con tanta seguridad que podemos llegar a incomodar a nuestro acompañante, o fuimos lo suficientemente increíbles en donde todo fluyo perfectamente, aunque después analizándolo un poco mas lo temas no fueron los mejores, pero para nosotros fue un éxito.
No nos preocupemos cuando las cosas no fueron perfectas, sin embargo, hicimos todo lo posible para que todo saliera bien, pero consideremos que hay factores que no podemos controlar y pueden jugar en nuestra contra.
Lo que realmente importara es que aprendimos de las situaciones que se presentaron antes, durante y después de esta primera cita para trabajar en nosotros.
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