Todo mundo habla de amor propio.
Se dice que es la clave para encontrar amor e incluso para ser feliz.
Claro, es algo muy importante, pero perdemos de vista la forma de llegar ahí.
Estamos tan enfocados en lograr “amarnos a nosotros mismos” que muchas veces acabamos ignorando los defectos que tenemos.
Ni siquiera volteamos a ver esos defectos porque nos “dificultaría” llegar a la meta de tener amor propio.
Si no somos capaces de ver nuestros defectos, es imposible mejorar.
Sin ver nuestras imperfecciones no nos damos cuenta de cómo podemos ser difíciles para otras personas.
Es paradójico y tal vez parezca un camino más difícil o contradictorio, pero amor propio es justamente poder ver nuestros defectos.
Alguien que se ama completamente tiene una gran facilidad para ver y aceptar sus defectos o errores.
Quien no es capaz de observar y aceptar sus sombras, en realidad no está aceptando todo su ser.
El amor propio consiste en aceptar y estar bien con todos los aspectos que te hacen ser tú.
Se trata de ver tus piezas imperfectas y saber que la imperfección es parte del ser humano y aún así somos dignos de amor.
Entender que las imperfecciones no son definitivas o permanentes, nos permite amarnos más fácil.
Logramos amar nuestra esencia y sabemos que cualquier mal hábito o característica de nuestra personalidad puede cambiar.
Cuando entendemos que todas las características que creemos que nos hacen ser quienes somos pueden cambiar, se hace más fácil aceptar los defectos o errores.
A su vez, cuando aceptamos esos defectos podemos cambiarlos y toda nuestra vida mejora.
Amor propio = poder aceptar errores e imperfecciones fácilmente.
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