Sucede cuando los hijos o hijas se van del hogar donde crecieron.
Este cambio es profundo para los padres.
Es un periodo que puede estar lleno de recuerdos, tristeza y una sensación de pérdida de propósito.
Ahora hay un silencio inesperado en el hogar.
Es una especie de duelo cuando los hijos parten.
Aunque haya orgullo por su independencia, también se enfrenta una sensación de pérdida por algo fundamental en la vida de cualquier papá.
Incluso puede convertirse en depresión.
Por eso es tan importante normalizar la tristeza y sentirla.
Reconocer la emoción sin permitir que nos defina o consuma, es clave para avanzar.
Muchos padres encuentran difícil saber quiénes son fuera de su rol de cuidadores.
Esta es una oportunidad para reconectar con uno mismo.
Se puede redefinir el propósito y la identidad personal redescubriendo pasiones, metas y deseos que tal vez se habían pospuesto
Después de años de dedicarte a los demás, es momento de concentrarte en tu bienestar.
Ya sea a través de nuevos hobbies, ejercicio, viajes o actividades sociales, esta etapa es perfecta para reenfocarte en ti mismo y en tu bienestar emocional.
Este nuevo capítulo permite que las parejas reconecten.
Las dinámicas de la relación cambian después de años de enfocarse en la crianza.
Ahora es momento de reavivar la chispa, reconectar en nuevos niveles y disfrutar de la compañía mutua.
El logro más grande de los padres es haber criado hijos que son capaces de volar por sí mismos.
Este es un momento para celebrar el éxito de haberles dado las herramientas necesarias para enfrentarse al mundo.
Aunque el nido está vacío, las conexiones familiares pueden mantenerse fuertes.
Crear nuevos rituales como cenas familiares regulares, viajes o llamadas semanales puede ayudar a mantener el vínculo emocional.
Como hijos/as podemos apoyar manteniendo contacto.
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