Uno mismo

¿Cómo dejar de compararme con los demás?

¿Cómo dejar de compararse?

Cuando se le pregunta a la gente si siente envidia, normalmente responden que no.

Pero si se les pregunta si se suelen comparar, dicen que si.

¡Emocionalmente es lo mismo!

Si te sueles comparar, lo que sientes es envidia. ¡Y está bien y es normal!

Reconocer la emoción puede ser muy útil.

El problema es que durante miles de años se ha enseñado que la “envidia” es mala.

Es un pecado y una emoción inaceptable.

Si sientes esa emoción, en vez de examinarla y entenderla, buscas reprimirla.

Te sientes culpable por anhelar cosas que otras tienen.

Se reprimen y niegan tanto los deseos, que se acaba convirtiendo en resentimiento hacia los demás.

Esta creencia sobre la envidia es justamente lo que impide sentir la emoción y transformarla.

La envidia, al igual que el miedo, es una importante emoción que nos está comunicando algo.

¡No es mala! El punto es sentirla, entenderla y saberla usar a nuestro favor.

La envidia nos sirve para conocer lo que deseamos.

La envidia es un llamado a la acción, un mensaje de lo que deberíamos de estar haciendo con nuestra vida.

Si somos capaces de aceptar la emoción con mente de aprendiz y sin sentirnos menos valiosos, la emoción nos puede guiar.

¿Por qué la envidia y comparación nos hace daño? ¿Cómo le hacemos para que deje de afectarnos?

Nos afecta cuando no nos sentimos suficientes para obtener eso que anhelamos.

Vemos tan imposible obtener nuestros deseos, que acabamos cuestionando nuestro propio valor y capacidad.

¿Pero qué pasa cuando entendemos que no es un reflejo de nuestra valía y sólo es un proceso?

En vez de causarnos conflicto, se convierte en inspiración y admiración.

“Yo quiero crear esa vida. Voy a aprender cómo lo hizo”.

El bienestar psicológico de una persona viene de sentirse capaz de progresar. La felicidad es progreso.

En vez de adoptar filosofías que nos defienden, tenemos que ser capaces de soportar la incomodidad de no tener lo que deseamos.


Siempre será mejor aceptar y reconocer lo que deseamos, que tener que reprimir y cambiar nuestra esencia en el proceso.

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