Suena extraño, ¿cierto? Ser sensible y emocional hasta nos parece un adjetivo negativo, ¿no?
Sentimos que en un mundo caótico y lleno de dolores, la vida atropella a las personas sensibles.
Incluso se llega a percibir a las personas sensibles como débiles.
Desde pequeños se nos ha dicho “no llores”.
Se nos enseña a que hay “emociones negativas” y vivir felices significa no sentir esas emociones.
De esa manera es natural crecer evitando sentir emociones negativas.
Se nos enseña a ser fuertes y no mostrar lo que sentimos. Se nos enseña a cerrarnos y simplemente seguir adelante.
Al crecer así, es normal juzgar la sensibilidad como un problema.
Es normal que se etiquete a las personas emocionales como personas dramáticas.
Es cierto, ser sensible, estar en contacto con tus emociones y tener un nivel profundo de introspección, inevitablemente hará que sientas el dolor mucho más.
Mucha gente no quiere y no tiene las herramientas para sentir así de profundo el dolor.
Es mucho más fácil tomar el camino en el que nos cerramos y no somos sensibles.
Pero, ¿cuál es el problema de tomar ese camino?
1.Cerrarnos al dolor no hace que la emoción desaparezca.
El dolor se queda en nuestro subconsciente y pasamos nuestra vida actuando desde ese trauma.
Repetimos patrones, el dolor sale en forma de enojo o malhumor e incluso la emoción no expresada se puede manifestar en enfermedades.
2. Si nos cerramos al dolor también nos cerramos a niveles profundos de felicidad y entusiasmo por la vida.
Siendo sensible sientes profundo el dolor, pero también sientes profundamente la alegría.
Por eso prefiero ser sensible y emocional. A pesar de lo que me digan otras personas.
Prefiero sentir el dolor profundamente desde el entendimiento y con las herramientas necesarias para transformarlo rápidamente.
El mundo necesita personas sensibles capaces de trabajar sus dolores
Esa sensibilidad es lo que nos da empatía y compasión. El mundo necesita más de eso.
Si quieres incrementar tu inteligencia emocional y al mismo tiempo conectar con otras personas.
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